El tabaquismo es una pandemia mucho más letal y silenciosa que la covid-19. De hecho, provoca más de 55.000 muertes todos los años en España y más de ocho millones en todo el mundo y sin embargo no ha producido la alarma ni ha provocado todavía medidas de emergencia ni tampoco la responsabilidad social imprescindibles para su control y erradicación.
Las consecuencias del consumo de tabaco para la salud, en relación por ejemplo a las de la pandemia de la covid-19, multiplica su saldo de muertes. Sin embargo, la principal diferencia es la existente entre un proceso agudo y el mantenimiento en el tiempo y la cronicidad de los efectos del tabaquismo, lo que multiplica aún más su morbilidad. Por eso, la carga de enfermedad y sus complicaciones respiratorias, vasculares y tumorales son también incomparablemente más persistentes y graves.
La primera experiencia con el tabaco comienza muy pronto, entre los 14 y los 18 años, con una mayor incidencia entre las mujeres jóvenes y entre los hombres más adultos, y muy en particular entre las clases más modestas, que además dejan el hábito más infrecuentemente. Existe, pues, un sesgo de género y también de clase social.
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