Estigma y mujeres que consumen en situaciones de exclusión residencial
Un estudio de UNAD, la Red de Atención a las Adicciones, analiza la realidad de las mujeres que consumen sustancias o presentan adicciones en contextos de exclusión residencial. El texto enfatiza como el estigma, así como las violencias recibidas desde la infancia o las limitaciones de los recursos y programas de atención, son los factores que agravan las dificultades en este tipo de casos.
La iniciativa ha seguido una metodología cualitativa a través de la cual se ha recabado el testimonio de distintas mujeres en situación de exclusión residencial que consumen sustancias y de las profesionales que trabajan con ellas desde la red de adicciones. El documento sirve de "estudio exploratorio" abordando la interacción entre 'Mujeres en contextos de consumo de drogas y exclusión residencial, violencias y vulneración de derechos'.
A través del análisis del discurso de la muestra seleccionada, el estudio apunta a cómo las mujeres que usan drogas y no cuentan con un alojamiento estable se encuentran ante una mayor vulnerabilización que los hombres que están en su misma situación. Este desequilibrio se debe a cuestiones como la presencia de un historial de violencia sufrida desde el entorno familiar o de la pareja, la violencia institucional que en ocasiones impone criterios discriminatorios para acceder a los servicios de atención o el preponderante diseño androcéntrico de los recursos tanto de adicciones como de sinhogarismo.
Como consecuencia, la suma de este tipo de factores fomenta que las mujeres en situación de exclusión residencial alimenten su autoestigma debido a la interiorización de la visión del imaginario colectivo respecto a la mujer consumidora y sin hogar. De la misma forma, tienden a normalizar de los episodios de violencia y, en último término, a adoptar estrategias de manera individual para hacer frente a las adversidades, las cuales no terminan de ser sostenibles a largo plazo y conllevan un alto coste para las mujeres.
Ante un escenario así, esta investigación expone una serie de líneas de actuación para garantizar la creación de vínculos seguros entre las mujeres usuarias y su entorno, empezando por los equipos profesionales que las atienden, el resto de personas presentes en el recurso y, finalmente, sus círculos personales. Este punto pasaría, por ejemplo, por la implementación de espacios de atención no mixtos.
Otra de las vías de acción sería la de ofrecer una atención integral que no aborde solo el consumo sino también los efectos de las violencias machistas y el estigma desde un prisma interseccional y que además contemple un acercamiento desde la reducción de daños y el acompañamiento ante las violencias de género.
Por último, se en la importancia de la sensibilización, capacitando a los equipos profesionales en la atención desde una perspectiva de género interseccional pero también a la población en general a través de campañas de sensibilización que contribuyan a combatir el estigma asociado a las mujeres que usan drogas en contextos de exclusión residencial.
Fuente: lasdrogas.info